Ingrid Tortolero
Profesora Titular de
La civilización griega nos dejó un legado de inapreciable e inalcanzable valor y, constituye hoy en día más que nunca, una necesidad, leer de nuevo a sus máximos expositores como, Sócrates, Platón, Aristóteles y otros. Los gobiernos y sus gobernantes en aquella época siempre tuvieron con los de ahora semejanzas, que hacen que nos detengamos a analizarlas. La democracia ateniense, tan idealizada, es un lindo concepto que sin embargo alcanzaba a unos pocos, mientras que las masas (al igual que hoy) quedaban por fuera de la decisión de su propio destino.
Y los grandes filósofos, como Aristóteles, en uno de sus escritos “
“Pero como los materiales de que se ha de edificar esta república son los hombres, como en el edificio las piedras y maderos, antes de hacer su edificio de república, procura en ésta, disponer la materia, que son los hombres y tratar de sus costumbres y obras y de las demás cosas que para alcanzar los hombres su último fin han menester”.
Es tan difícil lograr esto? Pues se trata de eso, de lograr la felicidad del hombre en la sociedad y buscar los medios para alcanzarla. Y este filósofo inquiría que uno de los medios son los hábitos de virtud,” mediante quien fácilmente los hombres en buenos actos y ejercicios se ejercitan”, por esto trata de las virtudes, como de medios por donde se alcanza la felicidad.
“El obrar de acuerdo a la razón perfecta fundamentándonos en lo mejor que hay de nosotros, y no en lo peor; porque obrar conforme a razón perfecta y conforme a virtud es todo una misma cosa”.
En todas las épocas los políticos han mentido y nos hemos acostumbrado a ello. Pero es peligroso acostumbrarse tanto. Esta tolerancia ha hecho que en algunos países la complacencia de los ciudadanos con las flagrantes mentiras de los gobernantes o con la hipocresía de los políticos alcance niveles insólitos. Pero más peligroso es que dichos gobernantes falten a las normas más mínimas de convivencia obrando sin aquello que llamaba Aristóteles, el filósofo griego “virtudes”, principios de vida, valores morales.
En increíble que en el siglo XXI las democracias de algunos países excluyan al ser humano y este sea fácilmente engañado por quienes ostentan el poder sin ningún resguardo de virtudes, ni recurriendo a esa razón perfecta que nos acerca a las leyes primordiales y universales que establecen los principios para que una sociedad sea libre y que pueda tener libre albedrío para escoger a sus mejores dirigentes. Y lamentablemente hoy, se encomienda esa responsabilidad a dirigentes mediocres y estúpidos intelectuales que pueden llevar de una manera irresponsable a los pueblos y a sus diversas instituciones, hacia un destino incierto y cada vez más alejado del fin último de una sociedad como lo es la felicidad del ser humano.
Pero lo imperdonable es que dirigentes “ilustrados” es decir con conocimientos, más no con “virtudes”, utilicen sus herramientas más viles para imponer a los ciudadanos una moral falsa y una verdad cuestionable.
Creo que nuestro deber es alertar y educar desde nuestros ámbitos laborales, universitarios, gremiales, que el ser humano tiene deberes como es el ser un buen ciudadano, pero que también
Y debemos llamar a los escritores, poetas, humanistas, científicos a dar una voz de esperanza, un llamado a la paz pero con dignidad, a todos los ciudadanos de este país.